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Consejos de relojería, guías de compra, cuidado de movimientos automáticos y la historia detrás de cada pieza. Inspírate, aprende y descubre más sobre tu reloj ideal.

Preguntas frecuentes sobre relojes automáticos

¿Qué es un movimiento automático?

Un movimiento automático es un mecanismo que funciona con la energía generada por el movimiento de tu muñeca, sin necesidad de pila.

¿Cada cuánto debo darle mantenimiento a mi reloj?

Se recomienda un servicio completo cada 3 a 5 años para garantizar precisión y durabilidad.

¿Cuál es la diferencia entre NH35 y Miyota?

El NH35 es muy robusto y popular por su fiabilidad, mientras que Miyota es más delgado y ofrece variaciones muy precisas para diseños elegantes.

¿Puedo usar mi reloj automático todos los días?

Sí, de hecho es recomendable. El uso frecuente mantiene el mecanismo lubricado y cargado.

En Kairos Tempora creemos que cada reloj cuenta una historia.
Nuestro blog es un espacio para compartir conocimiento, consejos y curiosidades del mundo relojero.
Explora, aprende y disfruta de la pasión por la relojería tanto como nosotros.

Preguntas frecuentes

La reserva de marcha es el tiempo que un reloj puede seguir funcionando sin recibir energía adicional. En la mayoría de los relojes automáticos suele estar entre 36 y 50 horas.

No daña el reloj si se detiene, pero es recomendable mantenerlo en marcha para que los lubricantes internos no se asienten. Puedes darle cuerda manual o usar un watch winder.

Los movimientos mecánicos no son tan exactos como el cuarzo. Una variación de -20 a +40 segundos al día es normal en muchos calibres. Un ajuste por un relojero puede mejorar la precisión.

Depende de la resistencia al agua indicada por el fabricante. Algunos relojes soportan salpicaduras, otros inmersión completa. Siempre revisa la clasificación de tu modelo antes de exponerlo al agua.

En relojería, una complicación es cualquier función extra además de dar la hora, como calendario, cronógrafo, fase lunar o indicador de reserva de marcha.

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Inspiración relojera

Un reloj automático es mucho más que un instrumento para medir el tiempo: es un recordatorio de la belleza de la mecánica tradicional en un mundo dominado por lo digital. Cada pieza que compone un reloj –desde los engranajes invisibles hasta el rotor que carga el muelle principal– está diseñada con una precisión que raya en lo artístico. La inspiración que produce un reloj no está solo en su estética, sino en la sensación de llevar en la muñeca siglos de innovación y perfeccionamiento. La relojería conecta con la idea de legado: un buen reloj no se compra para uno mismo solamente, sino también para las generaciones futuras. Esa herencia emocional es lo que hace de cada reloj una fuente constante de inspiración.

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Cómo cuidar tu reloj automático y alargar su vida

El cuidado de un reloj automático es una mezcla de sencillez y disciplina. Aunque no requiere batería, su movimiento necesita de tu atención para mantenerse en plena forma. Es recomendable usarlo a diario o, en su defecto, darle cuerda manualmente una vez por semana para evitar que el aceite interno se asiente. Al limpiarlo, bastará con un paño de microfibra para eliminar polvo y huellas, evitando productos químicos que puedan dañar la caja o el cristal. Además, conviene alejarlo de campos magnéticos –como altavoces o imanes– que podrían alterar la precisión del movimiento. Y lo más importante: cada tres a cinco años, llévalo a un servicio especializado donde un relojero pueda desmontarlo, lubricarlo y calibrarlo de nuevo. Siguiendo estos pasos, tu reloj no solo marcará la hora con exactitud, sino que lo hará durante décadas.

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Un viaje por la historia y la cultura de la relojería

La historia de la relojería es la historia del ser humano intentando dominar el tiempo. Desde los relojes de sol de la antigüedad hasta los complicados cronógrafos actuales, cada época ha dejado su huella en la forma de medirlo. El siglo XVI marcó el nacimiento de los primeros relojes de bolsillo, verdaderas joyas reservadas a la nobleza. Con el tiempo, la relojería se democratizó y, en el siglo XX, el reloj de pulsera se convirtió en un símbolo de estilo y funcionalidad. La llegada de movimientos automáticos revolucionó el sector, eliminando la necesidad de dar cuerda diaria y ofreciendo precisión gracias al propio movimiento del usuario. Hoy, portar un reloj automático no es solo una cuestión práctica: es llevar en la muñeca un pedazo de cultura, una tradición que ha sobrevivido a la era del cuarzo y a los relojes inteligentes, manteniéndose como emblema de elegancia y pasión por la artesanía.

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